Fevereiro / Febrero
Acá les comparto el texto del videopoema Fevereiro, de Matilde Campilho (maravillosa, caleidoscópica, su voz está en el video y es como una canción para hipnotizar ballenas).
La traducción es mía y la revisión es de Milena Paixao, amiga y poeta brasileña.
FEBRERO
Solo escucha, esto es muy serio.
Anda, escucha, que esto es serio.
El mundo anda tremendamente extraño.
Hace diez años, Leo me dijo que existe una grieta en todo, y que es así como entra la luz. No sé si entendí.
¿Tú percibes esa especie de mezcla entre falla e iluminación? Además, dime, ¿percibes algo de carpintería? ¿Sabes por qué metieron un buey en ese establo en vez de… un pequeño rinoceronte? Tiene que haber sido alguna cosa relacionada con la geografía. O con los felizmente irresolubles misterios que solo pueden venir del misticismo asiático. Un buey es un animal tan… inexplicable. Qué bueno.
El amor es un animal tan mutante, con tantas divisiones posibles.
¿Te acuerdas de esos termómetros que nos poníamos en la boca cuando éramos chiquitos? ¿Te acuerdas de cuando se caían al suelo? Bueno, yo creo que el amor, cuando aparece, es en todo semejante a la forma física del mercurio en el mundo. Cuando el vidrio del termómetro se quiebra, el elemento químico se riega. Y entonces permanece dividiéndose en los salones de todas las fiestas. El mercurio multiplicándose… Creo que esa debe ser una de las cinco mil explicaciones posibles para el amor.
Ah, sí, tú me gustas.
La luz entró torcida en nuestro interior, pero, mira, tú me gustas.
La luz del verano pasado rompió el vidrio de la melancolía y ahora está expandiéndose por todas las calles. Desde aquel lado del Sol hasta este tremendo ahora.
Hoy todavía hace mucho frío. Las cenizas todavía no se han puesto sobre las cabezas disfrazadas, hay gente batucando sudor y cerveza en las calles de nuestra ciudad del sur. En la ciudad del norte hay olas de siete metros intentando atinarle al tercer ojo de los niños disfrazados de cowboys.
El maestro todavía no ha venido a decretar el comienzo de la abstinencia y, mira, la luz todavía está con nosotros. Sí, el mundo está absurdamente extraño. Ya nadie confía en las imposiciones de los prefectos. A esta hora, la Tierra es mitad carnaval, mitad conspiración; mitad miedo, mitad fe; mitad fiesta, mitad desesperación. Y, probablemente, a esta hora una mitad del mundo está bailando y la otra mitad durmiendo; una mitad todavía está limpiando las armas y la otra limpiando el polvo de las flores. Pero, por lo que me enseñó el místico, creo que en este momento hay alguien profundamente despierto. Alguien que ya está viviendo en el tenue intervalo entre el sueño y la vigilia. Supongo que él sabe perfectamente que este comienzo de siglo será el bautismo del vuelo para nuestra permanencia en el amor. Juan mojó la cabeza de Emmanuel. Los gritos de las calles mojan la cabeza de nuestros corazones.
De qué lado estás, no me importa. De qué tenedor comes, de qué vaso bebes, qué lugar seguro escoges, cuál es tu orishá, tu partido, tu altura, cuál de tus cicatrices cuidas, qué pájaro prefieres, quién es tu padre, cuál es tu samba, Pinot Noir o Chardonnay, qué protector usas, qué tipo de piel tienes, cuál es tu perfume, cuál es tu político, con cuántos amores sueñas, con cuál Fernando, con cuál Ofelia, con qué cine, con qué bandera, en qué cabello habitas, en cuál de los túneles de Copacabana. Cuando los atraviese, le rezaré a tus santos.
Sí… Es imposible vivir en el país de Dios. Eso te lo doy gratis. Pero atravesar el pasto de Dios en bicicleta, eso no es imposible, no.
Escucha, esto es serio.
Andamos creciendo juntos, distraídamente. Los árboles crecen con nosotros. Nuestra piel se extiende, nuestro entendimiento, tenso, también. El siglo crece con nosotros. El amor por las ventanas de la cara del mundo, también. Lo que existe entre uno y otro, entre nosotros dos, eso se ve enseguida.
No sé nada sobre la pasión, sospecho que tú tampoco. Pero comienzo a entender que el compás de la fe está cambiando a pasos agigantados: dos para acá, dos para allá.
Por lo tanto, escucha, esto es muy serio. Esta es una propuesta a los treinta años.
Ahora que el mercurio asumió su posición verdadera, ven conmigo a buscar el metrónomo mágico entre el follaje. Y en el camino hasta ahí, ven a bailar conmigo. Ven.
La traducción es mía y la revisión es de Milena Paixao, amiga y poeta brasileña.
FEBRERO
Solo escucha, esto es muy serio.
Anda, escucha, que esto es serio.
El mundo anda tremendamente extraño.
Hace diez años, Leo me dijo que existe una grieta en todo, y que es así como entra la luz. No sé si entendí.
¿Tú percibes esa especie de mezcla entre falla e iluminación? Además, dime, ¿percibes algo de carpintería? ¿Sabes por qué metieron un buey en ese establo en vez de… un pequeño rinoceronte? Tiene que haber sido alguna cosa relacionada con la geografía. O con los felizmente irresolubles misterios que solo pueden venir del misticismo asiático. Un buey es un animal tan… inexplicable. Qué bueno.
El amor es un animal tan mutante, con tantas divisiones posibles.
¿Te acuerdas de esos termómetros que nos poníamos en la boca cuando éramos chiquitos? ¿Te acuerdas de cuando se caían al suelo? Bueno, yo creo que el amor, cuando aparece, es en todo semejante a la forma física del mercurio en el mundo. Cuando el vidrio del termómetro se quiebra, el elemento químico se riega. Y entonces permanece dividiéndose en los salones de todas las fiestas. El mercurio multiplicándose… Creo que esa debe ser una de las cinco mil explicaciones posibles para el amor.
Ah, sí, tú me gustas.
La luz entró torcida en nuestro interior, pero, mira, tú me gustas.
La luz del verano pasado rompió el vidrio de la melancolía y ahora está expandiéndose por todas las calles. Desde aquel lado del Sol hasta este tremendo ahora.
Hoy todavía hace mucho frío. Las cenizas todavía no se han puesto sobre las cabezas disfrazadas, hay gente batucando sudor y cerveza en las calles de nuestra ciudad del sur. En la ciudad del norte hay olas de siete metros intentando atinarle al tercer ojo de los niños disfrazados de cowboys.
El maestro todavía no ha venido a decretar el comienzo de la abstinencia y, mira, la luz todavía está con nosotros. Sí, el mundo está absurdamente extraño. Ya nadie confía en las imposiciones de los prefectos. A esta hora, la Tierra es mitad carnaval, mitad conspiración; mitad miedo, mitad fe; mitad fiesta, mitad desesperación. Y, probablemente, a esta hora una mitad del mundo está bailando y la otra mitad durmiendo; una mitad todavía está limpiando las armas y la otra limpiando el polvo de las flores. Pero, por lo que me enseñó el místico, creo que en este momento hay alguien profundamente despierto. Alguien que ya está viviendo en el tenue intervalo entre el sueño y la vigilia. Supongo que él sabe perfectamente que este comienzo de siglo será el bautismo del vuelo para nuestra permanencia en el amor. Juan mojó la cabeza de Emmanuel. Los gritos de las calles mojan la cabeza de nuestros corazones.
De qué lado estás, no me importa. De qué tenedor comes, de qué vaso bebes, qué lugar seguro escoges, cuál es tu orishá, tu partido, tu altura, cuál de tus cicatrices cuidas, qué pájaro prefieres, quién es tu padre, cuál es tu samba, Pinot Noir o Chardonnay, qué protector usas, qué tipo de piel tienes, cuál es tu perfume, cuál es tu político, con cuántos amores sueñas, con cuál Fernando, con cuál Ofelia, con qué cine, con qué bandera, en qué cabello habitas, en cuál de los túneles de Copacabana. Cuando los atraviese, le rezaré a tus santos.
Sí… Es imposible vivir en el país de Dios. Eso te lo doy gratis. Pero atravesar el pasto de Dios en bicicleta, eso no es imposible, no.
Escucha, esto es serio.
Andamos creciendo juntos, distraídamente. Los árboles crecen con nosotros. Nuestra piel se extiende, nuestro entendimiento, tenso, también. El siglo crece con nosotros. El amor por las ventanas de la cara del mundo, también. Lo que existe entre uno y otro, entre nosotros dos, eso se ve enseguida.
No sé nada sobre la pasión, sospecho que tú tampoco. Pero comienzo a entender que el compás de la fe está cambiando a pasos agigantados: dos para acá, dos para allá.
Por lo tanto, escucha, esto es muy serio. Esta es una propuesta a los treinta años.
Ahora que el mercurio asumió su posición verdadera, ven conmigo a buscar el metrónomo mágico entre el follaje. Y en el camino hasta ahí, ven a bailar conmigo. Ven.
Comentarios