PUERTO MURILLO

En dos días apenas pude aprehender tu mirada un instante: el de la despedida. Acaso porque no te veré en mucho tiempo, acaso porque el tiempo tuyo y el mío transcurren en trayectorias cenitales distantes, acaso por lo que callamos, esos segundos que me dejaste flotar en la profundidad de tu misterio me bastaron para sospecharte. Ahora te encuentro cambiado, tan aparte de todo. Se te han hundido esos ojos azules como a un ciego. Será porque te niegas a contemplar al mundo en su urbano, lento e irrefrenable diluirse, porque sabes que la gente desgasta las aceras con zapatos raídos y prestados en un tránsito hacia el abismo. Será porque tus ojos se sumergen en el espeso estanque de la búsqueda interior que me parecen tan fríos y tan azules, tan lejanos como los cielos más allá de los cerros. Te confieso que me gustaría viajar sentada en tus párpados a donde fueras, dormir entre el oscuro pliegue de tus ojos y descansar a la sombra de tus cejas. Ahí has construido un muelle donde las naves zarpan a medianoche, y ahí quiero varar mi embarcación para contemplar desde tus ojos mansos y azules el amanecer de los pescadores. No pido verte de nuevo, solamente pido prestado el espacio claroscuro de tus párpados para ver, como tú lo haces, el juego de la luz sobre la tierra.

DR © Luza Alvarado

Comentarios