MIEDO

Empecé el año muy asustada, tal vez para que el resto de los terrores del año parezcan sólo un simulacro. Fui asaltada por un tipo de chamarra color azul. En un semáforo largo como el tráfico de las 6 de la tarde, cerca del Toreo, rompió el cristal de mi auto conmigo adentro. Pensé que había sido una explosión o un choque grave, que el estallido de metal contra vidrio no iba dirigido a mi, que era un efecto secundario de otro accidente cercano. Pero no, el hombre rompió el cristal y metió medio cuerpo para arrancarme la bolsa que yacía tranquila en el tapete. Esa voz-destino me había dicho, 5 segundos antes del cristalazo, saca tu celular y llama a Ernesto. Así lo hice. Cuando estaba acomodando mi teléfono en el huequito de la puerta, que parece estar hecho para acunar celulares, Brkardsh!!! metalvidrios, explosión, sonido de algo que entra, un brazo azul, un torso azul, mi bolsa saliendo por el boquete, el hombre corriendo hasta perderse. Grité, grité y volví a gritar, aullé de terror como el animal que soy. Miré a los demás conductores en los autos a mi alrededor. Aquí no ha pasado nada, decía su indiferencia. Nadie, n-a-d-i-e me miraba, nadie me escuchaba, nadie hacía gestos, nadie se acercó "está usted bien?". Y yo gritando con sonidos que no conocía. Lo demás fue puro temblar, conducir mientras yo creía hablar por teléfono pero Ernesto no me entendía "amor, si gritas no puedo entender lo que dices, dónde estás... " Gritar, llorar sin lágrimas, suplicar cancela mis tarjetas, maldecir al hijodeputa de la chamarra azul, terror porque se llevó información valiosa, fotos y teléfonos de la gente que quiero y me importa, que no les pase nada, por dios que no les importe mi agenda ni quien soy, tornado de angustia, protegerme estacionada frente a un lavado de autos. Dos minutos después logré hablar, me salieron dos litros de miedo por los ojos y sentí que era una persona de nuevo. Luego vino el amor a rescatarme y...
Hasta aquí con el recuento porque aún está fresca la violencia. Las membranas que se rompieron no han sido reparadas del todo y el miedo animal me recorre las venas sin que pueda explicarle que ya pasó. Y aún así puedo decir que estoy bien.
Vayan ligeros, que no les arranquen lo importante. Quítense las sábanas y las bendas, apaguen la tele y miren a su alreddor, porque la vida está esperando a que la descubran.

Comentarios

Ceteris Paribus dijo…
Se me apachurró y se me sigue apachurrando el esternón cuando recuerdo esto que te pasó.
Aquí estoy con muchas cucharadas de Royal para esponjar tu corazoncito.
Love you!!