APTOS IMPERFECTOS

¿Te das cuenta? Nos morimos un poquito cada día, cada uno por su lado. Tal parece que no somos más felices que antes, pero estamos más tranquilos: ya no te confronto pidiéndote que pongas de tu parte en situaciones límite; ya no me quitas el sueño con tus planes y tus males imaginarios. Justo lo que queríamos: tranquilidad acojinada, anestésica... tan insulsa que provoca náusea.

¿Sabes? Estoy harta de ese amor confortable con cara de sensatez y nombre de transición. No hay tal. La ley dice que no hay historia si no hay conflicto, no hay amor sin mérito. Prefiero ser confrontada, mirarme en tu espejo, descubrirme llena de astillas y pulirlas, entender que la vida sólo va a ponerse más difícil, pero que cuatro manos pueden lograr más que un par tan pequeño como el que tengo yo. Prefiero confrontarte, pedirte que mires tus nudos y los desates antes de que nos ahorques. Prefiero saber que vas a roncar y tus vísceras van a envejecer, que sepas que me llenaré de canas mucho antes que tú y que tendré manchas en las manos, que no dejaré de fumar y que tú no renunciarás a tus manías... o sí, si hace falta y si eso nos hace pertenecer. Quiero pensar que somos aptos para el amor porque somos y seremos imperfectos hasta el último día, pero que intentamos ser la mejor versión de nosotros mismos. Prefiero morir en el intento a perderme la mejor parte de la vida.