Desborde


Las primeras gotas son la confirmación: el oficio de la palabra está fracturado. Mitigo la incertidumbre buscando un deseo intacto que pueda sobrevivir al papel. Y repaso los restos: estos huesos están resecos de tanto pensarlo, esta turgencia conservada por el instinto, estas grietas son nuevas, los adentros están corroídos por la duda.
¿Quién era yo antes del derrumbe?
¿Y ahora?
Ahora llueve y no va a parar.
La filtración deviene podredumbre amniótica: aquí se está gestando otro lenguaje. Paso del moho a la ciénaga en un presentimiento, veo al silencio subiendo por las raíces de la frase hasta reventarla. Imposible contener al agua en la esclusa de las letras.
¿Reparar o abandonar?
Da igual cuando tú eres el desborde.

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