De los Prados del inframundo a La Realidad de Luza Alvarado

Matza Maranto, amiga y poeta chiapaneca, me acompañó el día de la presentación de mi libro La Realidad. Les comparto el generoso texto que leyó, junto con un abrazo grande, muy sentido y lleno de gratitud para Matza.

De los Prados del inframundo a La Realidad de Luza Alvarado

Por Matza Maranto

Un hongo me llamó; era redondo, blanco y rosa vivo,
tenía perlas, amatistas y como unos dientes abrillantados por el lomo.
Una noche me lo sustrajeron.
 Quedé con el sexo abierto y lo aguardaba.
Fue cuando advertí al hibisco. Y me conformé y me enamoré.
Con el hongo sólo hubiera pecado; con este me enamoré.
Marosa Di Giorgio

Hace un par meses, viajé a un encuentro de poesía al sur de Veracruz. Los más de treinta grados hacían poco soportables las largas mesas de lectura que tenían duración hasta de hora y media cada una. Fue ahí que, después de un lapso de duermevela, el siguiente verso me trajo de vuelta:

Por eso vuelvo a ti, Jesús, porque tu yugo es bueno y tu dominio suave.
Porque somos uno en el dolor, el amor más antiguo y profundo.

Era la voz de Luza y, en ese instante, esa era la realidad. No la vi, sólo me limité a escucharla. Al final, cuando una reflexiona sobre el concepto que lleva por título este libro, se embarca en una serie de laberintos en donde, quizás, lo más cercano para definirla sería que es aquello que percibimos en cualquiera de nuestros sentidos.

            La anterior definición nos acerca a uno de los puntos temáticos que aborda Luza en su libro. También la existencia de Jesucristo, ese que vemos en fotografías o en alguna pared de una casa. Sin embargo, este Jesús es terrenal, sigiloso y doliente con sus movimientos, una forma acertada de ironizar ese amor y sufrimiento que se habita, pero que en ocasiones no encuentra una forma física, ese lugar pantanoso en el que también nos arroja la religión.

            El poemario La Realidad se constituye como un libro homogéneo a pesar de estar dividido en tres partes: Variaciones sobre el cuerpo de Jesús, Los sindientes y La Suria. Entre ellos se pueden construir puentes para diversas interpretaciones. No obstante, podemos leerlo de manera desordenada y cada texto se mantiene por sí solo, incluso aquellos que se encuentran entre el verso y la prosa poética. En la primera parte específicamente, cada poema surge como una oración. Sin embargo, esta Realidad asume las tres formas más puras, para mí, del erotismo: el erotismo del corazón, el de los cuerpos y el de lo sagrado.

En este libro se gesta una batalla bien ganada entro lo sagrado y lo profano. Este erotismo se ve manifestado como un doble proceso de simbiosis, entre lo humano, lo vegetal y lo animal. De esta manera, en La Suria, parte última del texto, vemos cómo el yo poético se ve envuelto en un torbellino de constante deseo, de manera tal que nos deja un señuelo de una estampa Di Giorgiana,  en donde se puede mantener una relación sexual con un hongo, o bien, con un higo. Planteándonos, así, un espacio erótico con múltiples posibilidades.

Alvarado, en este libro, transpira feminidad. El dolor y la melancolía son pequeños destellos. Se debe a que su palabra abismal y salvaje, el pasaje entre lo continuo y discontinuo está regido por el goce nutricio y la fusión onírica de lo real y lo imaginario. En él se traspasan las fronteras del deseo, dejándonos acercamientos contranatura,  en donde el camino puede estar lleno de flores que habitan el infierno. Luza escribe un poema de título Asfódelo. Tiempo atrás William Carlos Williams, escribiría bajo el mismo título uno de los poemas más bellos de la historia y que pareciera que existiera un diálogo entre ellos y que a modo de epígrafe en esta Realidad se leyera: 

No puedo decir
                       que bajé al infierno
                                               por tu amor
pero muchas veces
                       persiguiéndote
                                               allí me encontré de pronto.
Williams Carlos Williams

Enhorabuena, querida Luza. Gracias por compartirnos a tu propio Jesús.

Junio 2018, Ciudad de México.


Comentarios